FRAGMENTO (FD)

(...) ¿sabe usted que ya tengo mejor opinión de mi mismo? Me arrepiento un poco menos de haber hecho de mi vida un crimen y un pecado. Porque semejante vida es un crimen y un pecado, y no crea usted que he exagerado nada (...) no, no he exagerado nada. A veces me invade una pena tal... Se me figura que no soy capaz de vivir mi vida, y me maldigo a mi mismo. Después de mis noches fantásticas, tengo terribles momentos de lucidez. Y en torno mío sigue el torbellino de la vida, la vida de los hombres, esa que no está hecha de encargo... Y, no obstante, sus vidas se desvanecerán como mis sueños. Dentro de poco no serán más reales que mi fantasma. Si, son una suseción de fantasmas, sus vidas se renuevan; ningún hombre se parece a otro, en tanto que mis sueños espantados, mis fantasmas encadenados por la sombra, son triviales, uniformes; nacen de la primera nube que oscurece al sol; son tristes apariciones, fantasías de tristeza. Y la vida se cansa de esta perpetua tensión, se agota la imaginación inagotable. Los ideales se suceden; se les vence caen en la ruina, y, si no se cree en otra vida, sobre esas ruinas es donde hay que fundar un último ideal. Y, sin embargo, el alma pide siempre un ideal, y en vano el soñador revuelve en las cenizas de sus antiguos sueños, buscando alguna chispa que haga surgir la llama que caldeará su corazón helado y le devolverá sus viejos afectos, sus bellos errores, todo lo que le hacía vivir (...)

-Las Noches Blancas- Fedor Dostoievski